A menudo, la complejidad de las letras iniciales del alfabeto latino dificulta la elección de vitaminas tan importantes para la salud de sus hijos. Sin embargo, todos conocemos la importancia de la vitamina D para el correcto desarrollo del feto y del recién nacido, y los médicos la recetan a todas las futuras madres. Sin embargo, a diferencia de otras, es más difícil obtenerla con los alimentos, por lo que es mejor proporcionarla en forma de suplemento dietético.
¿Qué es la vitamina D?
Esta sustancia esencial para la salud desempeña un papel importante en la absorción intestinal de calcio, magnesio y fosfatos, y posee otras propiedades importantes para el funcionamiento normal del cuerpo humano. Si bien la naturaleza la creó para que el cuerpo la sintetizara, diversos factores dificultan su síntesis natural, por lo que debe obtenerse como suplemento.
La vitamina D se presenta en diversas formas, dos de las cuales son de vital importancia para el ser humano: la vitamina D2 (ergocalciferol) y la D3 (colecalciferol). Esta última es la que el cuerpo puede producir y se absorbe mucho mejor. El colecalciferol se produce de forma natural en las capas inferiores de la epidermis bajo la influencia de la luz solar, en concreto de los rayos UVB, un proceso que recientemente se ha visto gravemente afectado por el uso de protectores solares.
El colecalciferol en sí mismo es pasivo. Sin embargo, tras su ingestión, se procesa en el hígado en calcifediol y, posteriormente, en los riñones en el metabolito calcitriol. Este último se une al receptor de vitamina D (VDR), un factor de transcripción que, al activarse en los intestinos, los huesos, los riñones y las glándulas paratiroides, ayuda a mantener los niveles de calcio y fósforo en sangre y la densidad ósea. Además de la salud ósea, la vitamina D3 contribuye a mejorar la función inmunitaria y el estado de ánimo, así como a prevenir diversas enfermedades crónicas.
¿Cuáles son los beneficios de tomar vitamina D3?
→ Favorece la salud ósea: hasta hace cien años, el raquitismo era una enfermedad infantil bastante común. Se caracteriza por un retraso en la calcificación de los huesos, lo que provoca deformaciones, sobre todo en los huesos de las piernas debido al estrés. Los niños afectados también son más propensos a otras enfermedades como la tuberculosis, la anemia y los problemas neurológicos. Fue recién en la década de 1920 que los científicos descubrieron la causa de la enfermedad: una deficiencia de vitamina D, que favorece la absorción del calcio. Gracias a la administración profiláctica de esta vitamina a las mujeres embarazadas desde los primeros meses de embarazo, así como a los recién nacidos, hoy en día, en los países desarrollados, el raquitismo es solo un recuerdo del pasado.
→ Favorece la función inmunitaria: Al actuar como una hormona, la vitamina D3 actúa como inmunomodulador, ayudando a prevenir inflamaciones graves en el organismo. Se ha comprobado que favorece la replicación celular saludable, contrarrestando así el desarrollo de enfermedades autoinmunes, infecciones, enfermedades virales y algunos problemas menores como resfriados y gripes.
→ Contribuye a mejorar la concentración, la memoria y las funciones cognitivas: Estudios científicos demuestran que la vitamina D3 tiene un efecto beneficioso sobre las capacidades cognitivas gracias a su capacidad para limitar el estrés oxidativo. También favorece la concentración, la toma de decisiones, la memorización y la retención de información.
La vitamina D3 también ayuda a mantener el funcionamiento normal de los sistemas endocrino, cardiovascular y nervioso central.
Método de administración:
Para niños mayores de 3 años: Masticar 1 cápsula blanda al día.